martes, 4 de octubre de 2011

Taller Artadi - Boquer 3. "Usos no previstos"

Javier Artadi
Sandra Valdés
Pedro Alcocer

En el marco de las jornadas de arquitectura del ITESO 2011, se llevó a cabo el taller de intervenciones en diversos espacios públicos del campus. Se pretendió establecer un cambio en el uso del espacio por medio de intervenciones temporales, a partir de una reflexión de usos no previstos.
Para los participantes, de séptimo y octavo semestre, el ejercicio fue una gran oportunidad para reflexionar, documentar y evaluar el impacto en el uso y vivencia del espacio que generan sus proyectos, así como los cambios en el significado del sitio que se pueden lograr con intervenciones sumamente sencillas. Las intervenciones fueron: Quinceañera, Pic nic, columpios, copas de arboles y silencio.

“Quinceañera” pretendió devolver el valor protágonico a la escaleras principales  de la escuela de arquitectura. Se bloqueó el acceso a las escaleras secundarias que tradicionalmente se usan y se obligó el acceso a los niveles superiores del edificio por medio de la escalera principal, “vestida” de Quinceañera como coloquialmente se le conoce en la escuela.

(Sandra Campos, Juan Pablo Fuente, Rosa Arreola, Nayeli Castro)
“Pic nic”, organizo una retícula de manteles en uno de los jardines ubicados frente a la cafetería central potenciando y organizando el uso que se les da al sitio. 

(Fernando Larrea, Efraín Fajardo, Diego Uribe, Rodrigo Martín del Campo)
“Columpios” utilizo los grandes vacíos de iluminación al interior del edificio de arquitectura para colgar unos columpios y generar un centro de reunión con vocación lúdica, en un lugar que normalmente pasa desapercibido.

(Cynthia Sauceda, Ileana Briceño, Mayra Peniche, Karen Lozano)
“Copas de árboles” fue una invitación abierta a voltear a ver el manto compuesto por las ramas de los árboles, en uno de los pasillos mas transitados del campus. La invitación pretendió transformar la experiencia, de un sitio tradicionalmete de tránsito a un sitio de contemplación.

Araceli Herrera, Sofía Rubio, Emmanuel Pedroza)
“Silencio” Pretendió explorar los sonidos del campus ajenos al caótico contexto urbano.

(Martha de la Torre, Gabriela Zarazúa, Mariana de la Mora)
Las lecciones para los participantes resultaron bastante ilustrativas, en el sentido de experimentar en escala 1:1 estrategias para el diseño de espacios públicos que están desarrollando en el taller de diseño arquitectónico V.

jueves, 5 de mayo de 2011

Un-Habitat. Resolución sobre la importancia del espacio público en el desarrollo de ciudades sustentables

El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos Un- Hábitat aprobó, el mes pasado en Nairobi, Kenia, la primera resolución pública que reconoce la importancia del espacio público en el desarrollo de ciudades sostenibles.
 La resolución incluye los siguientes
7 puntos:

1. Invita a los gobiernos a formular y aplicar políticas de desarrollo urbano sostenible que promuevan usos socialmente justos y ambientalmente equilibrados del espacio público urbano, en condiciones de seguridad y sin distinción de género, que fomenten la resiliencia urbana;

 2. Invita a los gobiernos y las autoridades locales a que faciliten el uso de los espacios públicos de las ciudades, como calles, parques y mercados para fomentar la convergencia social, cultural, económica y ambiental, de manera que todos los ciudadanos tengan espacios públicos en un entorno socialmente justo y en el marco de condiciones ambientales resilientes;

 3. Invita a los gobiernos nacionales y a las entidades asociadas en materia de desarrollo y alienta a las autoridades locales a que estudien la posibilidad de: a) Implementar una planificación, reglamentación y gestión ambientales urbanas que promuevan el equilibrio entre el desarrollo urbano y la protección del patrimonio natural, histórico, arquitectónico, cultural y artístico, que impida la segregación y la exclusión territorial, que asigne prioridad a la producción social del espacio público y que aliente la función económico social y creativa de las ciudades y la propiedad. A tal efecto, las ciudades deberían adoptar medidas que fomenten la integración y la equidad, con espacios públicos urbanos de calidad que respeten los procesos favorables al medio ambiente; b) Integrar el tema de la seguridad urbana para todos los ciudadanos, especialmente para las mujeres, las niñas y otros grupos vulnerables, como atributo del espacio público, teniendo en cuenta consideraciones relativas al género y la edad en las leyes que reglamentan el uso del espacio público;

4. Pide al Director Ejecutivo que, mediante el plan estratégico e institucional de mediano plazo, fomente el programa sobre la creación de espacios urbanos armoniosos y espacios públicos de una manera específica, que consolide los enfoques locales e internacionales aplicados a la creación de ciudades incluyentes, aumente el conocimiento de las entidades asociadas del Programa de Hábitat y las autoridades locales sobre la creación de espacios urbanos armoniosos, espacios públicos y la calidad de la vida urbana, y facilite y aplique el intercambio, la cooperación y la investigación entre las entidades asociadas que realizan tareas en esta esfera;

 5. Pide también al Director Ejecutivo que, en colaboración con las entidades asociadas del Programa de Hábitat, elabore un enfoque normativo respecto de la función que la creación de espacios urbanos armoniosos podría desempeñar en la tarea de hacer frente a los desafíos que plantea el proceso de rápida urbanización por el que está atravesando nuestro mundo, para difundir HSP/GC/23/CRP.4/Rev.1 3ampliamente ese enfoque normativo y sus resultados, y elabore un plan para asegurar su aplicación a nivel internacional;

6. Pide además al Director Ejecutivo que preste asistencia en la tarea de coordinar a las entidades asociadas del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos para difundir conocimientos entre los procesos de desarrollo urbano sostenible existentes a todos los niveles gubernamentales;

7. Pide al Director Ejecutivo que, en relación con los párrafos dispositivos en que se pide que el Director Ejecutivo adopte medidas, presente al Consejo de Administración, en su 24º período de sesiones, un informe sobre el progreso realizado en la aplicación de la presente resolución Mas información en Project for Public Spaces

martes, 29 de marzo de 2011

El valor de los parques en las comunidades.



Este video de la American Society of Landscape Architects permite ilustrar cómo es una interacción positiva entre un barrio y sus áreas verdes. Un parque hace a una comunidad sustentable, tanto económica como ambientalmente.


Vía. Plataforma Urbana

lunes, 28 de marzo de 2011

Appalachian Trail Stop Motion



El Appalachian Trail es el sendero señalizado mas largo del mundo. (Aproximadamente 3,000 km) este vídeo muestra en cuatro minutos las transformaciones del paisaje así como la experiencia de su recorrido.

sábado, 5 de marzo de 2011

10 principios para la movilidad sustentable.


Jan Gehl y Walter Hook son parte del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo, institución fundada en 1985 para promover el transporte sustentable, con sede en Nueva York. Armaron una lista de 10 principios, para moverse por las ciudades de forma sustentable
1. Camina
Las ciudades más disfrutables tienen entornos peatonales maravillosos. Caminar es la forma más universal de  trasladarse y cuando el diseño de las calles prioriza las necesidades de los transeúntes, la salud, la actividad económica y la seguridad mejoran. Las calles transitables a pie son las piedras angulares de una ciudad sustentable.
2. Muévete con tu energía
Las bicicletas y otros medios de transporte impulsados por personas –como bicitaxis– permiten el transporte “puerta a puerta”, utilizando menos espacio y recursos. Son una alternativa más saludable y sustentable para trayectos cortos, en comparción con los automóviles y taxis. Para fomentar su uso, hay que lograr que los conductores se sientan seguros; en general, entre más bicicletas haya en las calles, más seguridad tendrán. Esto también requiere la paulatina disminución del tránsito automovilístico y la creación de una infraestructura especializada, como las ciclovías.
3. Súbete al autobús
Algunos trayectos en nuestras ciudades son demasiado largos para ser recorridos a pie o en bicicleta. El transporte público puede mover a millones de personas de forma segura, rápida y cómoda con una fracción del combustible y del espacio de estacionamiento que utilizan los automóviles privados. Los autobuses de transporte masivo tales como el sistema de Autobuses de Tránsito Rápido (BRT por sus siglas en inglés) han demostrado ser una solución costeable, efectiva y  rápida de implementar. Al igual que los sistemas de Metro, los autobuses BRT combinan carriles exclusivos, estaciones de alta calidad y pago antes de abordar las unidades, resultando en una operación eficiente.
4. Disminuye el uso del automóvil
Incluso en 2030, algunos trayectos continuarán haciéndose en automóvil. Pero la circulación de más autos incrementará el tráfico, la contaminación y el tiempo invertido en los trayectos, si no se administra de una mejor manera. Esto incluye lo que algunas ciudades ya están haciendo: incrementar los costos del estacionamiento y de acceso a ciertas zonas para fomentar que las personas dejen el auto en casa, crear zonas ecológicas donde sólo pueden entrar vehículos no contaminantes y eliminar vías rápidas para favorecer la reactivación de la vida comunitaria.
5. Distribuyamos eficientemente las mercancías
La ciudad requiere del transporte de mercancías para funcionar. Alimentos, combustible y ropa ingresan en camiones y, del mismo modo, suelen salir los desechos. Estos vehículos son un tema crítico, pues contaminan el aire, incrementan los riesgos para los peatones y ciclistas, son ruidosos y dañan las calles. Las ciudades sustentables necesitarán asegurar servicios eficientes y, al tiempo, minimizar su impacto en las comunidades. Esto requiere de la aplicación de sistemas de logística inteligentes y la promoción de incentivos para el uso de vehículos menos contaminantes, más pequeños, lentos, silenciosos y seguros.
6. Mezclemos los usos de suelo
El tránsito sustentable sólo será viable si conecta a las personas con lugares que las inviten a quedarse. Hacer “atractiva” a una calle implica que ésta albergue una diversidad de lugares y actividades: espacios públicos animados y comerciales en la planta baja, con espacios residenciales y de oficina en las plantas altas. Las tiendas y establecimientos se nutren de las personas que ahí trabajan en el día y también de las que ahí duermen por la noche, ayudando a crear zonas llenas de vida.
7. Densifiquemos
Para 2030, se estima que las ciudades alojarán a 2 mil millones de personas más. Para organizar este crecimiento, el primer paso es “recilcar el espacio”, construir en lotes baldíos o en zonas en desuso antes de construir en las áreas verdes de los alrededores de la ciudad. Esto junto con una oferta de transporte  y espacios públicos de calidad, da lugar a una gran diversidad de actividades en las calles, haciéndolas más seguras e interesantes.  Las calles urbanas  requieren densidad y diversidad, lo cual contribuye a crear un área de usos múltiples más animada. Las comunidades con mayor densidad utilizan recursos de manera más eficiente, reduciendo las huellas del carbono de sus residentes.
8. Fortalezcamos la cultura local
Celebrar las culturas locales fomenta la diversidad de las ciudades, lo que atrae a las personas y las inspira a permanecer en ellas. La historia de una comunidad, su entorno natural y sus tradiciones contribuyen significativamente a hacer de los lugares especiales y únicos. Encontrar estos elementos y preservarlos es crítico para distinguirlos unos de otros. Mantener esta identidad contribuye a crear la clase de comunidades en la que la gente disfrute caminar, andar en bicicleta y utilizar transporte público.
9. Conectemos las cuadras
Las ciudades en las que es placentero caminar y andar en bicicleta suelen tener numerosas calles cortas y estrechas, con mucha interconectividad entre sí. Esto hace que el tránsito sea más lento, al mismo tiempo que la caminata es más directa, variada, interesante y atractiva. Las calles con esas características están hechas a una escala adecuada para activar la percepción y los sentidos de la gente que va a pie. Edificios, tiendas, árboles y otros elementos están más cerca de los peatones y ciclistas a lo largo de su trayecto, incrementando la vitalidad y accesibilidad a  estas calles.
10. Hagámoslo durar
Invertir en el entorno urbano y su mantenimiento es tan importante como invertir en transporte sustentable. Con una planeación y mantenimiento correctos, todo –edificios, calles, adoquinados, mobiliario urbano, arte público– puede durar no sólo décadas, sino siglos. Diseños y materiales de alta calidad, así como un adecuado manejo del espacio público son clave para la creación de calles memorables y de espacios públicos que resulten más duraderos que los ciclos electorales

Fuente. Veoverde.com

lunes, 28 de febrero de 2011

Catálogo "In Favour of Public Space: Ten Years of the European Prize for Urban Public Space"

El catálogo del Premio Europeo del Espacio Público Urbano recorre las 29 obras premiadas y mencionadas a lo largo de las seis ediciones del Premio Europeo del Espacio Público Urbano, de la mano de arquitectos, urbanistas, escritores, filósofos, sociólogos y políticos que las revisan desde una mirada lúcida y sugerente. Lejos de ceñirse a una lectura estrictamente arquitectónica de las obras, esta revisión se adentra profundamente en los valores cívicos, la naturaleza política y el sentido colectivo que conforman el núcleo y la esencia de la idea del espacio público y da un valioso testimonio de la gran diversidad de formas que adopta la idea a lo largo y ancho del continente europeo.


Puedes ver la publicación aquí.




Fuente: www.publicspace.org

viernes, 25 de febrero de 2011

JR grafitti social

Este artista tan osado se llama JR,  y no todo su trabajo aparece por arte de magia. Una de sus fotografías se desplegó en al fachada de la Tate Modern de Londres y su obra se ha presentado en la Bienal de Venecia, el Artforum de Berlín o Les Rencontres de la Photographie de Arlés.

Aqui puedes ver una entrevista con él en el New York Times, o bien visitar su página. jr-art.net

lunes, 21 de febrero de 2011

Fiber Wave, Makoto Sei Watanabe, 1994.



Una escultura que trata de hacer visible lo invisible, por medio de esta escultura podemos ver y escuchar el movimiento del viento.

Revista Ambiente 103. Espacio Público el alma de la ciudad.

La revista Ambiente, dirigida por Ruben Peccí, recientemente ha dedicado un número al proyecto y Gestión de los Espacios Públicos. Una visión muy interesante ya que centra la discusión en el ámbito latinoamericano.

aquí se pueden descargar el pdf de la revista.

viernes, 18 de febrero de 2011

Metropolis - Por Rob Carter



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Esta es una animación en stop-motion, del rapidísimo desarrollo urbano que ha tenido Charlotte en los últimos 40 años. Una imagen sumamente sugerente de la transformación espacial de las ciudades.
No se lo pierdan.

Una versión mas extendida del vídeo la pueden ver aquí 

martes, 15 de febrero de 2011

Las plazas ya no quieren ser tan duras

ANATXU ZABALBEASCOA  -  Barcelona 
EL PAÍS  -  Tendencias - 22-01-2011


http://www.elpais.com/articulo/Tendencias/plazas/quieren/ser/duras/elpepitdc/20110122elpepitdc_1/Tes



El mejor urbanismo de los próximos años será el reparador. Y, curiosamente, la antítesis de la arquitectura ambigua de los últimos tiempos podrá tener una lectura paradójica. Ha sucedido en Badalona. El arquitecto Jordi Badía, del estudio BAAS, ha trabajado la unión a partir de la desunión. Ha sembrado una plaza pública a partir de la destrucción de una antigua fábrica de recipientes de vidrio. La idea era integrar un Centro de Salud y un futuro edificio municipal con las construcciones retranqueadas de un barrio degradado. Y el Ayuntamiento apostó por la acupuntura: inyectar nuevos edificios para sanear el viejo tejido. Además, consideró que para no empezar de cero lo mejor era limpiar. El objetivo era llevar aire al barrio.

Que una plaza es un vacío que une lo demuestra Badía con un diseño austero pero cuidado que quiere llevar esa ventilación al vecindario. Hay más paradojas en su proyecto. A pesar de haber entrado con la piqueta, el arquitecto busca recuperar la memoria del lugar haciéndolo más humano con nuevas zonas de sombra, juego, descanso y vida vecinal.
Badía ya hace años que apostó por la recuperación sin nostalgia como la mejor vía para la integración ciudadana. No lejos de esta plaza Ovidi Montllor de Badalona, también el Museo Can Framis, en el Poble Nou barcelonés, optó por explotar la belleza de los desconchados y los sobrios volúmenes de la antigua arquitectura fabril del lugar. Le sumó a la historia la vida de barrio robándole a un museo un espacio público.
En la plaza dedicada al actor y cantautor Ovidi Montllor -donde el estudio de Badía firma también el Centro de Salud oculto tras una celosía cerámica y levantado del suelo con pilares que forman un porche para el ocio ciudadano- el espacio público está sembrado de mensajes. Remite, con los parterres y los bancos circulares -que se convierten en lámparas al llegar la noche-al uso de la desaparecida factoría de recipientes de vidrio. Y refleja la vida mediterránea, en la que una ciudad es una suma ecléctica y la plaza del pueblo, el salón de la casa.
La plaza tiene marcadas también huellas que apuntan al futuro, como los pavimentos que quieren coser los nuevos edificios: el Centro de Salud y las futuras oficinas municipales. Son huellas sutiles, trazos en el pavimento que tienden un puente casi imaginario. Se pueden pisar. La plaza es un marco y es el ciudadano quien decide. La labor de Badía es de limpieza, arqueología urbana y propuesta de futuro. Es consciente de que la ciudad se construye siempre a capas. Y sabe que el secreto de las mejores está más cerca de admitir el paso del tiempo que de abusar del tiralíneas.

sábado, 22 de enero de 2011

El futuro de la arquitectura


NORMAN FOSTER 
BABELIA - 22-01-2011


http://www.elpais.com/articulo/portada/futuro/arquitectura/elpepuculbab/20110122elpbabpor_14/Tes


Alguien dijo una vez de mí que, si me hacían una pregunta, yo respondía con un dibujo, de modo que aquí propongo el bosquejo de un hada madrina con su bola de cristal para ver el futuro y una varita mágica para hacer aparecer lo imposible. Antes de empezar a usar sus poderes sobrenaturales, hay dos pasos importantes que podemos dar por nuestra cuenta. En primer lugar, comencemos con las realidades obvias.

Vivimos en un planeta que tiene cada vez menos cosas que ofrecer en una época en la que cada vez más personas, muchas todavía por nacer, van a querer cada vez más cosas. La capacidad de la tierra para proporcionar suficientes alimentos, agua y combustible (sobre todo los combustibles fósiles) está disminuyendo. Al mismo tiempo, la población de las economías emergentes, en especial China e India, está disparándose.
Ya existe una inmensa brecha entre la calidad de vida de las sociedades que se industrializaron en el siglo XIX y las que están haciéndolo ahora. Esta diferencia entre "los que tienen" y "los que no tienen" sólo puede eliminarse mediante un aumento masivo de la producción y el consumo de energía, sobre todo en esas economías emergentes. En el mundo interconectado en el que vivimos todos hoy, los problemas derivados de estas contradicciones también se comparten. Lo que ocurre "allí" nos afecta directamente "aquí".
Por si el panorama que describo de desajuste entre "los fines y los medios" y "los ricos y los pobres" no fuera suficiente problema, tengamos en cuenta que estas contradicciones se producen en un periodo de cambio climático. Dicho cambio se ha atribuido a los efectos secundarios, contaminantes, de la industrialización actual y pasada de las sociedades más ricas. Las amenazas ambientales derivadas de esa realidad están siendo ya visibles y permiten prever varias perspectivas deprimentes para el futuro.
Para apoyar lo dicho más arriba sobre la energía, existen sólidas pruebas estadísticas que muestran las ventajas sociales de aumentar el consumo energético. Por ejemplo, los países que consumen mucho, como Estados Unidos, los países europeos y Japón, tienen mayor esperanza de vida, menor mortalidad infantil, una educación más extendida y más libertad política que los que consumen menos energía, como China, India o Afganistán. El aumento del consumo energético se traduce asimismo en la reducción de los índices de natalidad, un factor importante de estabilización en un planeta con recursos limitados. Podría incluso decirse que existe una obligación moral de lograr que haya un aumento drástico del consumo energético en los países en pleno desarrollo.
En épocas anteriores, el cambio era lento, en términos relativos. La migración de los pobres de las zonas rurales hacia las ciudades en las que estaban los ricos urbanos fue una cuestión de siglos. En la actualidad, ese mismo proceso de urbanización -otro barómetro de la utilización de energía- puede medirse en decenios. La velocidad del cambio se ha multiplicado por diez, y ha añadido otra dimensión, que es la desesperada sensación de urgencia.
En una ocasión dije que la sostenibilidad no era cuestión de modas sino de supervivencia. En el contexto de esta gran perspectiva, hay muchas preguntas relacionadas que reclaman nuestra atención. Por ejemplo, ¿está usted convencido, después de ver las pruebas, de que hay un cambio climático, o es usted escéptico? ¿Alcanzarán las reservas de petróleo su nivel máximo pronto, o tardarán aún un tiempo? ¿La fuente futura de energía será el gas natural, la energía nuclear, la geotérmica, el viento, las mareas o las células solares? ¿Será alguna de éstas, o tal vez todas, o alguna otra que todavía no está inventada?
Pese a lo críticos que son estos y otros aspectos, hay un titular que destaca por encima de la letra pequeña. Es un mantra que se repetirá de distintas formas: la absoluta necesidad de que, como sociedad mundial, seamos capaces de conseguir más con menos. Eso significa que nuestros edificios no sólo deben consumir menos energía sino que deben producir cero carbono y cero residuos. Mejor todavía, deberían recoger más energía de la que necesitan para devolverla a la red eléctrica de forma que pueda beneficiar a todos.
Sabemos que, con la suficiente masa crítica, los edificios nuevos pueden cumplir estos ideales de rendimiento. Entonces, si nuestra hada madrina agitara su varita mágica y transformase todos nuestros hogares y nuestras oficinas en esos modelos de sostenibilidad, ¿se acabarían nuestros problemas? Por desgracia, no. La razón es que, en una sociedad industrializada, los edificios consumen más o menos el 45%, de la energía, pero esa cifra sube al 75% cuando se añaden los movimientos de personas y bienes entre unos destinos y otros. La respuesta para un futuro sostenible, por consiguiente, está en la fusión entre arquitectura e infraestructuras, entendiendo por esto último una combinación de carreteras, espacios cívicos, transporte público y estructuras varias que constituyen el entramado urbano y unen unos edificios con otros. En su variante más densamente poblada, esta mezcla se llama ciudad; en su versión más extendida, se define probablemente como megarregión.
En la relativa estabilidad de nuestra sociedad occidental, tendemos a ver nuestras ciudades como algo relativamente estático, cuando, en realidad, sufrimos las consecuencias de la sigilosa expansión de las zonas urbanas hacia las afueras. Por el contrario, en las economías emergentes, están creándose ciudades enteras a un ritmo frenético, y sus ciudades actuales están creciendo de forma explosiva y convirtiéndose en megaciudades de una dimensión totalmente nueva.
El reto actual es que haya más urbanización y la energía utilizada sea mucha menos y más limpia. Ésa es la única forma de igualar los niveles de vida en todo el mundo y, al mismo tiempo, mantener la calidad de vida que disfrutamos los más privilegiados, que constituimos, según ciertos cálculos, sólo la mitad de la humanidad. Recordemos que casi el 40% de la población mundial no posee servicios sanitarios, el 25% carece de electricidad, el 17%, de agua potable, y un tercio vive en barrios de chabolas.
Para simplificar, propongo tres posibles situaciones que es preciso abordar, enmarcadas en forma de preguntas. La primera está relacionada con el diseño de esas ciudades nuevas que están creándose desde cero. ¿Qué forma deben adoptar, si tenemos en cuenta las cosas que han superado, o no, el examen de la historia? La segunda perspectiva afecta a nuestras ciudades actuales. ¿Cómo se adaptan a los nuevos desafíos ambientales? ¿Cómo las modernizamos para adaptarlas a los cambios y las nuevas necesidades ya visibles? La tercera pregunta se refiere a las zonas residenciales de las afueras, las interminables redes de carreteras y la extensión sin fin de los barrios poco poblados a los que sirven. ¿Qué futuro tienen? Aunque restrinjamos su proliferación, sigue existiendo la realidad de su presencia actual. ¿O también ellas están transformándose empujadas por las fuerzas del cambio?
Al principio de este texto mencionaba "dos pasos importantes" y decía que el primero era comenzar por las realidades evidentes. El segundo paso nos devuelve a la bola de cristal y su mirada al futuro. Muchas voces han asegurado que, si queremos mirar hacia adelante en el tiempo, antes debemos mirar atrás. Se supone que veremos las pautas y tendencias pasadas y eso nos permitirá comprender mejor las situaciones y tener más probabilidades de éxito en nuestros planes para el futuro.
La historia del automóvil y las redes de carreteras desarrolladas para su circulación es nueva; poco más de un siglo, que no es nada. Podría decirse que no es más que una faceta en la evolución de la movilidad creciente de nuestra sociedad, una tendencia que previeron, muy por delante de su tiempo, escultores, pintores y escritores de épocas pasadas. Su forma material consistió en el nacimiento y la proliferación sucesiva de barcos cada vez más veloces, los ferrocarriles y los aviones subsónicos.
Si observamos la tierra de día desde uno de esos aviones, podremos dividir los asentamientos urbanos que vemos entre dos tipos. El primero es el de las ciudades densamente pobladas, que se alzan desde el suelo, y el segundo, un dibujo de barrios de casas bajas, aparentemente infinitos, que se extienden a partir de ellas. Si tuviéramos una guía y pudiéramos identificar esas ciudades por su nombre, seguramente encontraríamos que son históricas, compactas y procedentes de una era en la que los espacios cívicos estaban diseñador para el peatón o los vehículos tirados por caballos. En comparación, los barrios de las afueras son prácticamente nuevos, creados por y para el automóvil. Las Autobahns se construyeron en nombre del progreso militar en Alemania en los años treinta, y, veinte años después, en el apogeo de la guerra fría, un acto legislativo paralelo puso en marcha un programa similar en Estados Unidos.
Cuando se pone el sol y se hace de noche, podemos ver los asentamientos que están allá abajo definidos por dos tipos de luces artificiales. Una luz, la que procede de los edificios, es estática, mientras que la otra, de los vehículos, está en movimiento perpetuo, aunque de forma entrecortada en los centros de las ciudades congestionadas, que hacen hueco como pueden a los automóviles que han sustituido a los coches de caballos. Más allá del centro, las caravanas de luces recorren grandes distancias, hasta el siguiente centro urbano. La expansión urbana que une un centro con otro es la megarregión, fundamentalmente residencial pero, muy de vez en cuando, salpicada de centros académicos e industrias del conocimiento. En ocasiones, la cinta de luces se detiene de pronto, como consecuencia de una horrible colisión en la carretera; el equivalente a una obstrucción en una arteria vital del cuerpo humano.
Imaginemos que nuestro avión sale de Detroit, cerca de esas carreteras que, como anillos concéntricos, van extendiéndose desde el centro de la ciudad hacia los barrios infinitos de casas bajas. Detroit fue en un tiempo el centro industrial y próspero del Medio Oeste, la cuna del automóvil en Estados Unidos. En los últimos 50 años, la ciudad ha pasado de su cénit productivo a un declive terminal, perjudicada por el cambio de la demanda en el consumo, que a su vez se debe a la pérdida de liderazgo en el diseño. O, para decirlo de otra forma: la incapacidad para adelantarse y adaptarse al cambio. Al salir de Detroit nos damos cuenta de que hasta tal punto es la esencia de la ciudad extendida y basada en el coche que su apodo es, apropiadamente, "Motown".
Ese mismo día, gracias a una diferencia horaria de seis horas, llegamos a Copenhague, una típica versión de la ciudad compacta europea que fue la inspiración para las primeras ciudades de Estados Unidos, como Boston, y otras variaciones de la cuadrícula como San Francisco. En el espectro de densidad de población, Copenhague ocupa un lugar intermedio, con casas bajas y un desarrollo que favorece al peatón, buen transporte público y el uso generalizado de la bicicleta. Como sus equivalentes en otros países, Copenhague obtiene puntuaciones muy altas entre las ciudades con una calidad de vida más deseable.
Al margen de las comparaciones ambientales (el corazón de Detroit está tan trágicamente degradado que la naturaleza se ha apoderado del 30% de los barrios del centro), lo más significativo es la comparación en el uso de la energía. Copenhague tiene el doble de densidad que Detroit pero utiliza la décima parte de gasolina.
Históricamente, las ciudades estadounidenses eran más fieles al espíritu del modelo europeo y no dependían tanto del coche. En los años veinte había 1.200 sistemas de tranvías callejeros -un tranvía por cada 2.500 personas- y el 80% utilizaba ese transporte público limpio. Fue una subsidiaria de General Motors, la compañía nacida en Detroit, la que, 30 años después, compró y destruyó más de 100 de esos sistemas en 45 ciudades. Ese hecho coincidió con la iniciativa del Gobierno para construir la inmensa red de autopistas interestatales a la que me refería más arriba. Otro dato interesante es que, al acabar el siglo XIX, había en las carreteras de Estados Unidos más coches de los eléctricos que de los de gasolina y tubos de escape contaminantes.
En el gran orden de cosas, las ciudades compactas y densamente pobladas son mucho más sostenibles que cualquier metrópoli desparramada, y los datos estadísticos lo demuestran de manera espectacular, si pensamos, por ejemplo, en el bajísimo consumo de energía de Hong Kong y Mónaco. Manhattan es un ejemplo estadounidense de diseño sostenible, con su pulmón verde en Central Park, barrios adaptados a los peatones, un escaso número de vehículos particulares y un excelente sistema de transporte público. No es casualidad que esta ciudad, con su concentración y su diversidad de usos y oportunidades, esté experimentando un periodo de prosperidad económica, mientras que las comunidades monoculturales suburbanas sufren dificultades económicas y pérdidas de empleo y de viviendas.
En consecuencia, si miramos por el espejo retrovisor, ¿qué hemos aprendido que podamos aplicar al diseño de las ciudades nuevas para el futuro en la primera posible situación que planteaba antes? Como los mejores ejemplos históricos, esas ciudades deberían ofrecer una rica mezcla de espacios para vivir, trabajar y disfrutar del ocio, con una combinación de intimidad y sentimiento de comunidad. Se daría gran importancia a los espacios peatonales de calidad, con los mejores parques y las mejores plazas y avenidas urbanas. Como los espacios exteriores se utilizarían de día y de noche, la ciudad ideal no sólo debería ser un lugar deseable sino también seguro. Los niños podrían ir al colegio a pie o en medios de transporte públicos limpios y seguros.
Ahora bien, habría diferencias importantes entre estas nuevas ciudades y los mejores ejemplos del pasado. Las nuevas ciudades tendrían espacios debajo de las calles peatonales por los que transcurriría el tráfico, con el consiguiente desvío de las congestiones y la contaminación. Esos espacios incluirían además una nueva forma de organizar las alcantarillas, las conducciones y los cables tradicionales que hoy discurren enterrados bajo nuestras ciudades. En el esfuerzo para producir cero carbono y cero residuos, todos los residuos que produjéramos se tratarían para generar energía. Del mismo modo, el agua, una materia cada vez más valiosa, se reciclaría para regar parques y cosechas. Por supuesto, sería posible recoger agua de lluvia como parte de una estrategia integral hacia la sostenibilidad. Las leyes armonizarían todos los edificios para que cada uno hiciera su propia aportación energética a la comunidad.
Se extraerían lecciones valiosas de los edificios y espacios exteriores concebidos antes de que hubiera una energía barata capaz de transformar artificialmente el entorno independientemente de su diseño. Podría decirse que la generación actual de edificios, relativamente reciente y concebida cuando la eficacia energética no era un problema fundamental, son los equivalentes arquitectónicos a los automóviles devoradores de gasolina que acabaron arruinando Detroit. Y este aprovechamiento de las tradiciones pasadas va unido además a la importancia de aplicar las tecnologías más avanzadas para la obtención de energía. Al diseñar contando con la naturaleza y las fuerzas naturales, sería posible alcanzar niveles de comodidad superiores con un consumo energético menor. Otro ejemplo más del mantra de conseguir más con menos.
Sólo nuestra hada madrina podría predecir qué maravillas científicas aún no inventadas nos propulsarán hacia el futuro. Seguramente, la iniciativa saldrá de China, que, según muchos, se encamina, inexorable, a convertirse en una sociedad de la innovación. Mientras tanto, por ahora, las células fotovoltaicas van por delante de todas las demás opciones a la hora de obtener más por menos. Veamos una comparación basada en el uso de un metro de superficie y la energía que puede generar al cabo de un año. Si ese terreno agrícola o bosque se utiliza para cultivar biomasa, producirá el equivalente a 2 kilovatios por hora durante un año. Las turbinas eólicas pueden estropear el paisaje y la costa o dominar el perfil de la ciudad para producir un mínimo de 5 kilovatios en la ciudad y un máximo, en el mar, de 30 kilovatios por hora. En cambio, las células solares, incluso en su actual estado de desarrollo incipiente, producen hasta 172 kilovatios por hora.
No es extraño, pues, que el ganador de un premio suizo para fomentar el uso de la energía solar fuera un proyecto que utilizaba una combinación de células solares y aislamiento. Esta vivienda, muy modesta, conseguía cubrir sus necesidades energéticas y tener además un excedente del 82%. En nuestro proyecto de Masdar, que estamos llevando a cabo con estudiantes en el desierto de Abu Dhabi, sabemos que el excedente energético del 60% es posible sólo gracias a la instalación solar de 10 megavatios situada junto al complejo.
La iniciativa de Masdar combina una serie de audaces experimentos para trazar una vida más allá de los límites de las fuentes de energía conocidas. Intenta anticiparse a un futuro que algunos, con cierta aprensión, hemos tratado de predecir.
En mi primera posibilidad de modelo de ciudad futura ideal, hablo de limitar el vehículo a una zona subterránea. ¿Pero y si el coche se convirtiera en un vehículo blando y en armonía con los peatones? Imaginemos que pudiera moverse entre nosotros y transportarnos de manera compatible por los espacios peatonales, que diera vida a esos espacios pero no fuera una amenaza contra quienes los disfrutasen.
Empezamos a aproximarnos a la respuesta a mi segunda pregunta: ¿cómo adaptamos nuestras ciudades actuales para que sean más deseables y consuman menos energía? Desde luego, aprovechando lo que ya tienen de bueno. Por ejemplo, nuestro plan para la londinense Trafalgar Square, en el que se trataba de trasladar la prioridad del coche al peatón, sólo fue posible gracias a un estudio de los movimientos de tráfico de ámbito metropolitano. Londres, como otras ciudades, está restringiendo el uso de los coches convencionales y fomentando versiones más limpias, en una evolución paralela a los cambios en la industria del automóvil.
La última pregunta que aún queda es la referida a mi tercera posibilidad: ¿qué hacemos con los barrios de las afueras? Es evidente que constituyen el modelo insostenible de una forma de vida consistente en continuos trayectos de coche y el correspondiente consumo de gasolina. Algunos siguen diciendo que son la clave de un futuro en expansión y a veces mencionan el área de la bahía de San Francisco, con su concentración de empresas como Apple, Google, Hewlett Packard y otras, que brotaron del catalizador presente en la zona: la Universidad de Stanford. La prosperidad de esta megarregión contrasta con la pobreza del área metropolitana de Detroit: un sector está viviendo su ocaso mientras que otro anuncia el amanecer de unas posibilidades futuras desconocidas.
Recuerdo haber dicho una vez que, si uno quería ver el futuro, debía fijarse en China (ahora habría dicho también India). Con su frenético ritmo de urbanización, ¿adoptará el modelo sostenible que he defendido? ¿O seguirá un modelo ya obsoleto de megalópolis dependiente del coche, un lugar en el que, en términos humanistas, "no existe un ahí"?
Para no quedarnos sólo con lo positivo, imaginemos que Oriente, en pleno progreso, no aprende algunas de las lecciones de Occidente. Recuerdo como eran Shanghái y Pekín, dominadas por la bicicleta, e intento conciliar esa imagen con la predicción más negativa. China, hoy el mayor mercado de coches nuevos, tiene el honor de haber sufrido el mayor atasco de tráfico de todos los tiempos. Se calcula que 10.000 camiones estuvieron prácticamente detenidos durante 11 días en una distancia de 90 kilómetros. ¿Es un presagio de lo que nos espera?
Creo que la realidad será otra. China es el país del mundo que más invierte en ferrocarril de alta velocidad, un auténtico renacimiento del tren. Espero que aprenda de Occidente, de sus fracasos tanto como de sus éxitos. Esto nos deja una última pregunta, sobre el destino de los barrios de las afueras y su dependencia total del coche. Con la tecnología existente ya hoy, que permite saber a cada conductor cómo ir de un sitio a otro con una pequeña pantalla, no queda mucho para que los movimientos de los vehículos se regulen como se regula el tráfico aéreo. Antiguamente, los aviones eran libres de moverse por el cielo a voluntad. Por razones de seguridad y gracias a los avances de la tecnología, surgieron leyes que controlan la circulación de los aparatos y las distancias de separación adecuadas, y todos los pilotos supeditan sus decisiones a las de una autoridad superior.
Es un paso relativamente pequeño que los coches adopten ese mismo modelo y sus conductores se subordinen a un régimen que controle más las velocidades y las trayectorias. En esa situación, la red de carreteras actual podría duplicarse o triplicarse y los accidentes prácticamente desaparecerían. Los conductores, liberados de tener que controlar la navegación, la velocidad y la separación de otros vehículos, podrían disfrutar de un trayecto sin tensiones. En una ocasión dije que los historiadores futuros quizá estudien nuestra época y se pregunten cómo tolerábamos nuestro tráfico actual, del mismo modo que nos preguntamos cómo toleraban las ciudades antiguas tener unas calles que eran alcantarillas al aire libre.
Si lo que digo parece inverosímil, recuerden que Google ha hecho grandes inversiones en tecnología de coches robot. En las pruebas realizadas, siete coches circularon 1.500 kilómetros y se movieron por ciudades sin intervención de seres humanos. En esas mismas pruebas, los coches recorrieron en total más de 200.000 kilómetros con una intervención humana ocasional. En la iniciativa de Masdar que he mencionado, existe ya una pequeña flota de coches no pilotados que se mueven por debajo de los peatones. Será interesante ver si estas nuevas tecnologías desembocan en una reinvención de las zonas suburbanas que vaya paralela al ascenso de la ciudad.
En todos estos debates, ¿qué futuro tiene el arquitecto? Aislado, el arquitecto no tiene más poder que el de tratar de convencer. Si embargo, a diferencia de otras profesiones especializadas, el arquitecto puede tener una visión más integral y puede desempeñar un papel más crucial dentro de los equipos multidisciplinares que se necesitarán para abordar estos temas en el futuro. ¿Será posible que esos equipos salten a primer plano y evolucionen a través de una colaboración entre el sector privado y los políticos en forma de unas consultorías de nuevo tipo que no existen en la actualidad? ¿Es posible que esas consultorías se desarrollen a partir del mundo de la arquitectura, o saldrán de la ingeniería? Yo tengo mi propia opinión al respecto, pero eso será tema de otro artículo. En cualquier caso, es un desafío apasionante.



Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. Norman Foster (Manchester, 1935, premio Príncipe de Asturias de las Artes 2009) ha recopilado su obra en el libro Norman Foster. Drawings 1958-2008 (Ivorypress Architecture, 2010).

La herencia del Fórum


JOSEP MARÍA MONTANER 
EL PAÍS - 20-01-2011


http://www.elpais.com/articulo/cataluna/herencia/Forum/elpepiespcat/20110120elpcat_5/Tes


Seis años después de un evento que ni mejoró la ciudad ni el mundo, el espacio del Fórum sigue aletargado y su herencia internacional sigue un camino decrépito. El pasado verano el centro de congresos estaba sucio y cerrado, un despilfarro de espacio infrautilizado en una zona cuya poca vida sigue concentrándose en la costa y en el centro comercial. La fortuna de la idea del Fórum Universal de las Culturas no ha sido mayor.

Vista del aérea Forum Barcelona 2004
Vista aérea del Paseo Santa Lucia, Monterrey

Monterrey 2007 sirvió para dar empuje a una ciudad dispersa y hacer el paseo de Santa Lucía, un eje temático para ir a pie, en bici o en barca, poco relacionado con la parte de ciudad que atraviesa, pero que ha tenido la virtud de conectar la macroplaza del centro histórico con el parque Fundidora, convertido en el primer gran espacio público adonde los regiomontanos van a pasear, encontrarse y hacer ejercicio. Monterrey dio una lección al sacar partido de su patrimonio industrial, reconvirtiendo naves y hornos en museos y salas de exposiciones y conciertos.
Y Valparaíso 2010 ha quedado en muy poco, después de pasar por un escandaloso caso de corrupción municipal y un gravísimo terremoto. El Fórum ha durado 45 días, del 22 de octubre al 5 de diciembre, con nula repercusión en el mundo cultural de la ciudad y del resto de Chile. Se han hecho mejoras en el espacio público y un parque cultural en la antigua cárcel, para un evento que ya no ha sido más que una suma de conciertos, debates y exposiciones.
El fracaso del Fórum vivió un nuevo episodio a principios de enero, cuando Quebec, ciudad canadiense elegida para 2016 junto a Ammán (Jordania), renunció a organizarlo, ya que se ha detectado que no despierta ningún entusiasmo entre la ciudadanía y se ha evaluado la experiencia de Valparaíso como desastrosa.
Si las ideas motor del Fórum eran buenas -la paz, la sostenibilidad y la cultura-, con una actividad admirable como el campamento de la paz para 100 niños con carencias procedentes de lugares que han sufrido guerras y represión, y si la continuidad del Fórum partía de otra idea positiva, que ciudades afines y similares, con empuje económico y cultural, pudieran demostrar que son capaces, como la Barcelona olímpica, de organizar un gran evento, ¿por qué esta idea y experiencia topa con tantos fracasos y despierta tanto desinterés e, incluso, rechazo?
Para los barceloneses esta pregunta puede parecer obvia, pero está pendiente de respuesta. Sabemos que fue un fiasco, que no hubo ninguna relación entre la fragmentaria operación urbana y los galácticos espectáculos, y que señaló el declive de Barcelona y su actual falta de ideas y proyectos compartidos, y somos conscientes de que sobre él se corrió un tupido velo de silencio y olvido. Sabemos que el Fórum se vende fuera como lo que no fue ni es: una idea nueva, cuando en realidad es una propuesta periclitada; a falta de ideas precisas, arriesgadas y fuertemente culturales, es una suma de festival, ciclo de conferencias y campamento, acompañada de alguna operación infraestructural, negocio inmobiliario y cierto despliegue mediático. Responde a la vieja idea del despotismo ilustrado de promover desde arriba sin tener nada en cuenta la base: en ninguna de las ocasiones se ha relacionado con la realidad social y creativa del lugar donde se ha desarrollado; siempre ha sido algo gestionado desde oficinas administrativas, respondiendo a intereses partidistas y compromisos internacionales. Ha sido un pretendido gran acontecimiento que en tres ocasiones ha demostrado que ni lo es ni tiene repercusión, porque una actividad que conlleva la negación de toda crítica y recapitulación nunca puede madurar.
Ahora la gran esperanza queda depositada en Nápoles 2013, de la que se sabe que quiere realizar fuertes reformas urbanas y donde ya consta que están apareciendo muchas ruinas romanas. ¿Será una metáfora de que, por fin, aflora algún estrato de la realidad de la calle o es la premonición de que se exhuma una idea arcaica que nunca llegó a funcionar? En todo caso, a esta Barcelona que ahora se está replanteando de nuevo le quedan asignaturas pendientes, como saber interpretar y aprender de su mayor fracaso.



jueves, 20 de enero de 2011

Las universidades diseñarán un modelo sostenible para el territorio


IGNACIO ZAFRA  -  Valencia 
EL PAÍS - 20-01-2011
http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/universidades/disenaran/modelo/sostenible/territorio/elpepiespval/20110120elpval_1/Tes
Las cinco universidades públicas tienen un plan para el territorio valenciano. El elemento central es el hábitat, un concepto que trasciende el del ladrillo. "Es una visión contraria a la explotación del territorio que dominó la etapa de la burbuja inmobiliaria", afirma Vicent Climent, rector de la Universidad Jaume I de Castellón. Incluirá, por descontado, la construcción. Pero enfocada desde un punto de vista tecnológico (nuevos materiales, domótica, eficiencia energética), de integración en el paisaje, de sostenibilidad y de dar respuesta a las demandas de una sociedad que precisa, por los nuevos tipos de estructura familiar y el aumento de la esperanza de vida, un abanico de hogares más flexible. Abarcará la obra civil y el turismo, planteado como una actividad que asuma el respeto por el territorio y la cultura propia como un valor. Y alcanzará el sistema de transporte.
El proyecto conjunto de las universidades de València, Politécnica, Alicante, Elche y Castellón se convertirá en una propuesta de Campus de Excelencia Internacional (CEI). Un programa del Ministerio de Educación cuya nueva convocatoria es inminente (los rectores la esperan para la semana que viene) y en el que el sistema valenciano no ha sido muy afortunado: solo cuenta con un CEI frente a los cinco de Cataluña y los cuatro de Madrid.
Las universidades consideran que la propuesta reúne las condiciones de conexión con la sociedad e impacto en el tejido productivo requeridas por el programa Campus de Excelencia. En un ámbito, el del hábitat, que no cubre ningún otro CEI en España. El plan es bien visto por el Gobierno, señalan los rectores, y tiene el apoyo de la Generalitat y las patronales valencianas. Las universidades ya han establecido contacto con grandes empresas, como Acciona y FCC, para incorporarlas.Contar con empresas del tamaño de Acciona y FCC, que ejecutan proyectos más allá de las fronteras españolas, reforzaría el componente internacional del proyecto y permitiría, con el tiempo, obtener financiación.
La idea, indica el rector de la Universidad Politécnica de Valencia, Juan Juliá, es crear un potente "think tank" que reúna a los muchos grupos e institutos de primer nivel relacionados con ese amplio concepto de hábitat con los que cuentan las universidades valencianas. Tecnología cerámica. Ingeniería de la Construcción. Diseño de nuevos materiales. Investigación social. Arquitectura. Arte y Entorno. Energía. Estudios de turismo. Patrimonio. Transporte. Y otros.
El proyecto de Campus de Excelencia Internacional parte de una crítica al modelo que imperó durante los años del boom. Tanto por las consecuencias ambientales y sociales que tuvo para la comunidad autónoma (y ampliando el radio, para las numerosas zonas de España donde era rentable hacer una promoción) como por los efectos que tuvo para la productividad de las empresas. "El sector se adormeció tecnológicamente porque se vendía todo: lo que era bueno y lo que no, lo que estaba bien orientado y lo que no", afirma Juan Juliá. Y pone un ejemplo que puede ser casero pero que da que pensar: ¿por qué mientras la industria de la automoción fabrica cada vez automóviles más silenciosos las cisternas de los váteres siguen produciendo tanto estrépito? Por una cuestión de desidia tecnológica, considera Juliá, que puede trasladarse a otros ámbitos del método y el proceso de construcción.
¿No están acudiendo las universidades al rescate del ladrillo con este plan? Ignacio Jiménez Raneda, rector de la Universidad de Alicante, responde recordando el caso de las cinco universidades andaluzas, lideradas por la de Córdoba, que obtuvieron un Campus de Excelencia Internacional centrado en el ámbito agroalimentario. "¿Significa eso que Andalucía debe centrar su desarrollo económico en la agricultura? No, pero está claro que la agricultura tiene un peso en Andalucía, y bien enfocada es aprovechable para la sociedad y la economía andaluza", afirma Raneda. Y Esteban Morcillo, rector de la Universitat de València, añade que el proyecto puede ser "muy atractivo" para la comunidad autónoma porque permitiría abordar la cuestión del territorio desde una perspectiva multidisciplinar y con aplicaciones prácticas.
El CEI de las cinco universidades surgió tras el decepcionante resultado de la pasada convocatoria. Y su diseño (no su temática) está inspirado tanto en el proyecto andaluz como en el éxito de las universidades catalanas, a las que los rectores valencianos reconocen su preeminencia respecto al resto del Estado. Creen, sin embargo, que la distancia respecto a las valencianas en número de CEI es excesiva y no se explica en términos de calidad sino por su estrategia de presentar varios proyectos a la vez.


martes, 18 de enero de 2011

Renace la montaña sagrada de Chillida

Animación interior del Proyecto de Tindaya.
SOFÍA MENÉNDEZ / ISABEL LANDA en EL Pais 


Tindaya fue un sueño visionario de Eduardo Chillida que acabó por convertirse en pesadilla. Según él mismo reconocía, le provocaba insomnio y una "extraña úlcera". El sueño ?que nació en 1985 de un verso ("lo profundo es el aire") de Cántico, de Jorge Guillen, y de una visión nocturna (una montaña despojada de su interior para que el espacio entrara en ella, un homenaje a la pequeñez que nos une a todos los hombres)? encontró su montaña sagrada en 1994 en la isla de Fuerteventura. Chillida descartó parajes de Sicilia, Finlandia y Suiza al enamorarse de una tierra de basalto que a la larga le provocaría más de un disgusto. 

El artista entró en una eterna polémica que paralizó de manera sincopada su idea más ambiciosa y que hasta ayer mismo parecía nuevamente enterrada. Pero 16 años después de que empezara todo ?y 20 días después de que cerrara el museo Chillida-Leku? la montaña mágica de Chillida revive. La reunión que mantuvieron ayer en San Sebastián la familia Chillida con el presidente de Gobierno de Canarias, Paulino Rivero y su consejero de medioambiente, Domingo Berriel, despertó todas las esperanzas y, también, todas las alarmas. 

El plan es convocar en un plazo de dos meses el concurso público para la adjudicación de la obra, cuya realización costaría 75 millones de euros. Tal y como lo ideó Chillida, el proyecto consistía en horadar en el corazón de la montaña una cavidad cúbica de 50 metros de lado excavada a pico. Sin embargo, tras las primeras evaluaciones técnicas, se determinó que el cubo no podría tener unas dimensiones que excedieran los 40 metros de lado y además debería realizarse previamente una estructura de vigas y cemento para soportar el peso de la montaña, pues ésta no es de piedra maciza íntegramente. 

 En los últimos años no han faltado ni las polémicas ni los problemas judiciales: extrañas desapariciones de partidas millonarias, cuantiosas indemnizaciones y oportunos cambios legislativos para soslayar las numerosas figuras de protección con que cuenta Tindaya (el Gobierno autonómico cambio recientemente el catálogo de especies amenazadas de Canarias y ha aprobado unas nuevas normas de conservación de la montaña). Por un lado, la voluntad del artista y el deseo de realizar su obra más ambiciosa con el apoyo de los políticos locales. Por otro, la contestación de ecologistas, arqueólogos, gemólogos y antropólogos que han defendido que vaciar Tindaya (montaña sagrada que emerge en un territorio llano cuyos acantilados parecen cambiar de color según pasan las horas del día) es un atentado al patrimonio cultural y natural de las islas. 

En 2008, un informe del Defensor del Pueblo cuestionaba una obra que dañaría 217 grabados rupestres podomorfos declarados Bien de Interés Cultural. Pero el Gobierno canario relanza ahora el proyecto asegurando que su coste lo sufragarán las empresas constructoras a cambio de una concesión de la explotación del monumento y calcula que los gastos se costearán con la venta de las entradas al público. Para los detractores, sin embrago, es inverosímil suponer una afluencia de visitantes tan enorme como para, ni siquiera, amortizar los 75 millones de euros presupuestados para su realización. Y, más aún, cuando el propio museo de Chillida-Leku ha tenido que cerrar sus puertas debido, precisamente, a la falta de visitantes. Pero según lo acordado ayer en San Sebastián, tras un concurso y en un plazo de dos meses, se dará inicio al vaciado de la montaña. Eduardo Chillida, director de Chillida Leku y uno de los ocho hijos del escultor, aseguró que reactivar Tindaya ahora solo es una casualidad. "Llevamos tiempo hablando y se han ido dando los pasos necesarios, como la declaración de impacto ambiental, que era un tema imprescindible. Ha sido una casualidad, solo eso. Tindaya es un regalo que se hizo a Canarias y solo tendremos la cesión de los derechos de propiedad intelectual como obra de nuestro padre, pero no tiene una contraprestación económica